Los Narcos,¿Heroes o Villanos?

27.08.2009 13:56

 

 

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Atrévase a hacer la comparación entre un Pablo Escobar y esos caciques, dueños de poblaciones enteras en Guatemala.

Por: Sylvia Gereda Valenzuela
Guatemala, jueves 30 de julio de 2009 - 8:00

Rayaba el año de 1990, cuando cursaba mis estudios de periodismo en Bogotá, Colombia. Aquellos eran días del narco, donde los carteles de Cali y Medellín se tiraban a matar. Las ventanas de mi apartamento estaban decoradas por una cruz gigante de masking tape que las atravesaba para evitar que los vidrios volaran con las bombas que todos los días estallaban buses, kínderes, discotecas y periódicos.

Fue la época dura de Pablo Escobar, a quien ahora, a la distancia juzgo y encuentro similar a muchos de los personajes que están protagonizando nuestra historia reciente en Guatemala.

Para ser imparcial, no quiero ser yo quien escriba la vida de este personaje y por ello transcribo el primer fragmento del periodista Carlos Cabezas López titulado "Pablo Escobar, zar de la coca", publicado en el portal Caso Abierto el 13 de noviembre de 1992, para que usted reflexione y saque sus propias conclusiones.

Le pido por favor, que haga el intento de cambiar el nombre de Pablo Escobar, por el de esos "respetados narcos" que hoy gobiernan poblaciones enteras en Guatemala, y por quien los pobladores se lanzan a defenderlos a las calles cuando los intentan capturar. En el caso de los pueblos colombianos, únicamente chapinícelos. Este es un ejercicio para que usted juzgue la Guatemala en que estamos viviendo. Los extremos de tolerancia a los que hemos llegado y principalmente, para que comencemos a tomar cartas en el asunto y pensemos: ¿qué vamos a hacer para enfrentar la colombianización de nuestra Guatemala, que a pesar de todo sigue teniendo el olor a café y tierra mojada? "La historia de Pablo Escobar Gaviria, el más importante narcotraficante que haya existido en la historia, despierta odios y pasiones a partes iguales. Considerado un verdadero héroe y un ejemplo de trascendencia para las personas de origen humilde, también fue uno de los mayores enemigos que haya tenido el Estado colombiano, e incluso para Estados Unidos. Un hombre que supo forjar, prácticamente desde la nada, una fortuna millonaria a fuerza de crímenes y asesinatos y que detentó su inmenso poderío como forma de extorsión".

"Pablo Escobar nació en 1949, en una pequeña localidad rural llamada El Tablazo, en las proximidades de Antioquia (Colombia). Paralelamente a sus estudios de bachillerato en Medellín –ciudad que sería testigo y protagonista de gran parte de sus peripecias–, comenzó a iniciarse en diferentes prácticas delictivas. Algunas versiones indican que tuvo sus inicios en el robo de lápidas en cementerios, otras que también se dedicaba al robo de automóviles. Pero lo cierto es que sus inicios en el tráfico de drogas fue lo que le llevó a ser uno de los hombres más ricos décadas después".

"Poco a poco fue acrecentando su fama de emprendedor. Así, su incursión en la venta de cannabis le llevó a migrar progresivamente a una actividad mucho más lucrativa, el tráfico de cocaína. A comienzos de los setenta, la cocaína comenzaba a propagarse en el país cafetero, procedente de Perú y Bolivia. Escobar no tardó en acoplarse a este mercado emergente, estableciendo conexiones con los diferentes carteles incipientes que estaban surgiendo en el país".

"En sus comienzos, se dedicó al transporte de la materia prima. Poco tiempo después, ya poseía múltiples terrenos, su propia hacienda (la afamada Nápoles) y varias pistas de aterrizaje, desde donde despegaban y aterrizaban avionetas repletas de drogas".

"Siendo justos, no se puede decir de Pablo Escobar que fuera un criminal de la peor calaña. Todo lo contrario, Pablo era un hombre muy querido entre su gente. Jamás olvidó sus humildes orígenes, haciendo gala de su pudiente presente, se convirtió en benefactor de las clases bajas de Medellín. Por eso no llama la atención que invirtiera parte de sus enormes ingresos en varias obras de beneficencia". "Los barrios bajos de su ciudad comenzaron a tener mejor aspecto gracias a la obra de Escobar y, como buen fanático del fútbol que era, construyó varias canchas en la zona. Paradójicamente, esos terrenos que se suponían que servirían para alejar a la juventud de la delincuencia, terminaron siendo el centro de reclutamiento de sicarios por excelencia. Es que, a la par de sus obras de bien, no olvidaba edificar un imperio que alcanzaría puntos inusitados. A finales de los setenta, ya era una personalidad carismática para los desposeídos, que veían en él una auténtica alternativa para escapar de la pobreza".

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